pedro arias de avila

Gobernador y Capitán General de Castilla de Oro

Fundador de la Ciudad de Panamá en 1519.

  1. Orígenes genealógicos de Pedrarias:

El encabezamiento que inaugura la primera disertación no requiere de mayores explicaciones.  Estriba en la complacencia del Rey Fernando de Aragón, su estima a Pedrarias quien llegará escoltado por una imponderable serie de altos servicios a los cuales añadirá su desempeño en Castilla del Oro (futura Panamá) y en Nicaragua donde proseguirá incansable su programa fundacional.

Si damos crédito a la obra de Gonzalo Fernández de Oviedo hemos de admitir que Pedro Arias de Avila vino al mundo en Segovia de Castilla en 1440.

Adelanto sobre su figura una expresión del Marqués de Lozaya y que conviene citar:

“acaso el más maltratado de los hombres de la conquista”

Pregunto, ¿a qué se debe tanto rechazo y desdén contra el gran castellano? ¿Por qué numerosos investigadores han pretendido arrojar sobre él un velo de ignominia adjudicándole   epítetos de “cruel” “vengativo” e incluso el de “verdugo”?

 

La respuesta es tajante, simple y típica de la época: Pedrarias era nieto directo de hebreos segovianos y toledanos.  Todo indica que el apodo denigrante de “judío” lo perseguiría toda la vida, vida fecunda como se verá después.

Historiadores modernos y de renombre se han dedicado a la tarea de documentar la estirpe judaica de los Arias Dávila y Cota.

Entre ellos menciono a Francisco Cantera Burgos, Amador de los Ríos y Carmen Mena García.  Los tres coinciden en que el patriarca de la familia se llamó Yzaque Abenazar, marido de Elvira González, hebreos practicantes en un momento de inseguridad religiosa y cuando ya han ocurrido andanadas antijudaicas crueles en varias regiones españolas.

No es posible olvidar la Expulsión de los judíos de sus reinos decretada el 31 de marzo de 1492. Los que se quedaron en España supieron adaptarse de modo formidable.

Hebrea piadosa, Elvira hizo voto de ofrecer el aceite de oliva para encender el Ner Tamid, la lámpara que arde frente al Tabernáculo que guarda los Rollos de la Ley en la sinagogas castellanas.

Nuestro esquemático biografiado era el tercer hijo de Pedro Arias, llamado “el Valiente” y de María Ortiz Cota, hija de Alfonso Cota, de Toledo, todos judíos fieles a la Ley mosaica.

Añado al respecto un breve comentario: era tal la mezcla entre religiones que una parte de la familia permaneció  fiel a su tradición judía, mientras otra rama pasó al catolicismo. El resultado: Juan Arias Dávila fue Obispo de Segovia,  hombre poderoso y reverenciado. Don Juan ennobleció a los suyos aunque no faltaban comentarios hirientes sobre su ancestro.  He allí la escisión social entre cristianos nuevos y viejos.

Con una palabra terrible eran calificados: “herejes”, que en su acepción etimológica equivalía a expresar una teología distinta y lejana de la ortodoxia católica romana y…española.

Podían asemejarse a una nota discordante que malograba el concierto e impedía la tan buscada consonancia de la sociedad.

Los Arias Dávila cristianizados no tardaron en ascender rápidamente en el escalafón oficial de la Corte castellana. Así tenemos a Diego Arias quien  fue administrador de Hacienda en los reinados de Juan II y Enrique IV respectivamente.

Los descendientes de los hebreos percibieron que la arquitectura social era irreversible y tuvieron la perspicacia de encajar con sus exigencias.  De tal suerte y con tanto éxito que unos fueron sacerdotes, otros militares y no faltaron quienes eran miembros relevantes de la Corte Real.

La infancia y adolescencia de Pedrarias no son abundantes en información. A la usanza del siglo XV debió ser paje y educado de acuerdo a los modelos del tiempo.  Era casual que los jóvenes fuesen entrenados en el manejo de armas pues España estaba en plena Reconquista, la lucha contra los moros hasta logar su expulsión total de la Península.

La fusión de las Coronas de Castilla y Aragón (1469) presuponía, además de la unidad de los dominios, la de Fe.

Judíos y sarracenos, sino hostiles, eran reputados como grupos que introducían un elemento disociador en la arquitectura social.

Extracto del libro: "Ciudad de Panamá 1591 - 2019" - Dr. Alberto Osorio Osorio - 2019