SEBASTIÁN DE OLIVA
Judaizó en asocio de Pedro de Balcázar y Cristóbal Delgado, declarando con regocijo que guardaba la ley de Moisés. Vivió en Panamá hacia 1636 ó 1638.
Estamos ante uno de los casos de proselitismo y adopción de la religión hebrea por interés, pese al permanente temor a la delación.
Sebastián de Oliva se dedicaba al negocio de sedería en Quito. Venido a menos en sus comercios y rentas acudió a Pedro de Balcázar y Cristóbal Delgado, auténticos judíos quienes ofrecieron mejorarle la situación si consentía en abrazar la Ley mosaica. Viajaron los tres a Panamá donde sin ambages se identificaron entre si como hebreos profesores de aquella creencia.
Introduzco una breve disgresión acerca de Cristóbal Delgado quien fue detenido en Lima el 2 de enero de 1640 en vista de su práctica ilícita del judaísmo; la sentencia de reconciliación dictada en su favor incluía la confiscación y un año de prisión, según consta en el auto del 17 de noviembre de 1641.
Los prosélitos corrían el riesgo de que la Inquisición se ocupara de ellos, acusándolos de apóstatas, falsos conversos y ambivalente vida espiritual. Eran tenidos por sujetos de quienes había que recelar más que de los propios judíos, pues pasaban sin escrúpulos de una a otra fe con lo cual daban “nefasto” ejemplo a los cristianos ‘’limpios” (puros o viejos) y, en consecuencia, minaban la unidad racial y teológica la cual se pretendía consolidada desde tiempos de los Católicos Monarcas.